sábado, 27 de septiembre de 2008

Ninguno como él

No era Brando, vale, y ni falta que le hacía. Nos demostró que se podía ser así de guapo y además tener cerebro y conciencia, que sabía actuar, dirigir y hasta hacer salsas.

Resulta difícil escoger un sólo momento de la larga y maravillosa carrera de Paul Newman, nos hemos críado suspirando por esos ojos azules y admirando cómo se puede envejecer con tanta dignidad y elegancia.

Es casi imposible elegir, pero ahora mismo recuerdo su última escena en "Camino a la perdición", esa mirada bajo la lluvia mientras espera que le mate el hombre al que ha querido como un hijo y al que ha perseguido como a un perro.

Carisma, talento y belleza, se rompió el molde...

1 comentario:

M.S dijo...

Sí que se rompió... como contigo, joía co-bloguera, que me has hecho llorar ;-)

Grande mi LaOtra!