miércoles, 30 de abril de 2008

Alfredo: ¿La reputación de Austria es lo primero?


Los austríacos siempre han sido un pueblo inteligente. Lograron que Hitler pasara a la historia como el diablo alemán mientras que Mozart lo hacía como el genio austríaco. Se ve que en el nuevo milenio su gobierno sigue tratando de cuidar la imagen del país...

Como nadie es capaz de ignorar, ni dos años después de que Natascha Kampusch escapara del sótano donde estuvo secuestrada durante ocho, saltó desde el mismísimo infierno a los titulares el crimen del "monstruo de Amstetten", cuyas aberraciones prefiero enlazar antes que redactar.

Días despues de conocerse algo ante lo que entran naúseas en el alma, el canciller austríaco, Alfred Gusenbauer, anuncia que su Gobierno planea iniciar una campaña de imagen para recuperar su reputación en el extranjero.

Glub. Curiosas prioridades las de este señor.


Es comprensible que el país esté conmocionado. Sería saludable que se analizara por dónde y por qué se le ha escapado al Estado de Derecho (y a vecinos, familia y conocidos de criminales y víctimas) que algunos de sus ciudadanos llevarán años o décadas de sufrimiento (sin el más mínimo respeto a sus derechos humanos y ya no digamos de ciudadanía) mientras los verdugos pagaban impuestos, cobraban sueldos o pensiones y hasta votaban (osea: ciudadanos con toditas las letras).

Pero anunciar ante una opinión pública internacional horrorizada y a un país destrozado que se va a hacer una campaña de imagen para recuperar la reputación perdida ...

No sé, Alfred, me parece que en su maravillosa tierra se ha perdido (y podría perderse) mucho más que la reputación ¿no?


Confusa, confusa

1 comentario:

Unknown dijo...

la reputación, precisamente creo que conceptos mal entendidos pueden dar lugar a este tipo de historias, si no arreglas el fondo, si sólo te concentras en lo que se ve desde fuera, te van a seguir saliendo sorpresas desde el fondo de los sótanos de las casas.
A veces pienso que somos tan civilizados, tan respetuosos con la intimidad del vecino, incluso de las propias familias, que nos quedamos en la fachada.
Es como esas personas mayores que se mueren en sus casas y nadie pregunta por ellos, nadie se extraña de que no se les vea hasta que el olor invade el bloque. Vivimos juntos pero aislados y no nos enteramos de lo pasa a 10 metros de nuestra casa.
Desde luego, lo que ha pasado en austria es monstruoso, pero una campaña de marketing como una nueva versión de sonrisas y lágrimas no arregla los problemas, necesitan un análisis, una autocrítica de su propia sociedad pelín más seria. Un besote guapísima.